El muchacho recibió la carta. La leyó más de una vez para asegurarse de que no pertenecía a un bromista. Sentía que la emoción le embargaba al leer cada una de las palabras escritas sobre el papel. Pudo ver que estaba cargada de sentimientos y emociones que nunca nadie le había expresado, ni siquiera en persona. Tras varias lecturas, se acercó a la ventana y se quedó pensativo mirando la ciudad.
Tenía que encontrarla, tenía que llegar hasta ella. Él ya la había visto por las redes sociales, pero no había podido responderla a ninguna de sus preguntas. Se fijó en el remite, pero sólo con su nombre no hacía nada. Vio la dirección, esa ciudad estaba a unos cuantos de kilómetros, pero no le importó. Hizo la maleta, reservó en un hotel de esa ciudad, cogió la cartera y se marchó al tren. Viajaría hasta conocerla. Durante el viaje llevaba la carta en las manos, no podía parar de leerla. Deseaba llegar y encontrarse con ella.
No dudó en tocar su puerta en cuanto llegó. Al abrirse ahí estaba ella, una joven preciosa oculta tras unas gafas que ya formaban parte de su imagen. Se limitaron a mirarse sin decir nada: él muy sonriente y esperanzado y ella incrédula, hasta que él la cogió de la cintura y la besó con un gran entusiasmo. La joven volvía a llorar, pero era de alegría, porque al fin había podido conocerle, y esto daría paso a una hermosa historia de amor que duraría mucho tiempo.
Espero que os haya gustado el final, aún no me siento preparada para colgar la historia que llevo escribiendo desde hace un mes, pero en cuanto yo compruebe que está perfecta iré subiendo los capítulos. Mientras tanto, tendréis que conformaros con los trozos de inspiración que me van surgiendo.
Gracias a todos y hasta otra.
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